Casi todos hemos oído hablar, sobre todo últimamente, del escándalo protagonizado por el archifamoso club de fútbol con sede en la capital catalana.
Lo que no ha tenido tanto eco, es que la chispa que finalmente ha provocado tal estallido la encendió la Compliance Officer de la empresa. Es más, muchos aún desconocen en qué consiste el propio compliance.
Pues bien, el término de origen anglosajón se refiere al cumplimiento normativo, en especial de la ley penal, pero va mucho más allá. También engloba la observancia de los valores éticos y estándares internacionales a los que una compañía decide someterse de forma voluntaria. Compliance y ética empresarial son conceptos que van de la mano, que están profundamente relacionados.
Un Compliance Officer, por tanto, vela por el respeto de la normativa y los principios en el seno de la empresa.
En el caso que nos ocupa, Noelia Romero, era la Responsable de cumplimiento ético y normativo del Barça. Hasta que detectó la contratación fraudulenta orquestada por la Junta Directiva, de una entidad de dudosa reputación, cuya encomienda era más turbia aún.
El encargo consistía en desprestigiar y difamar a cualquier posible opositor, ajeno o miembro del club, al entonces presidente, utilizando las redes sociales como medio.
Ante tal hallazgo, Romero demostró encarnar a la perfección la integridad y honestidad que su puesto trata de implementar.
Constató que, naturalmente, el acuerdo le había sido ocultado al ser radicalmente opuesto a la legalidad (además de inmoral). La ejecutiva fue despedida por el presidente después de confrontarle y solicitar las explicaciones pertinentes ante las irregularidades encontradas. No obstante, poniendo una vez más de manifiesto su coherencia con la ética denunció los hechos y cooperó con las autoridades durante la investigación.
En el frecuente e incómodo dilema de escoger entre lo fácil y lo correcto, Noelia Romero supo qué hacer y actualmente afirma que fue una buena decisión.
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